Los impuestos que giran alrededor del precio de la vivienda son una de las mayores fuentes de ingresos para las tres Administraciones Públicas: municipal, autonómica y estatal. Existen impuestos que se deben pagar cuando se compra una vivienda, cuando se vende y cuando se es propietario.
Cuando se habla de fiscalidad sobre la vivienda, los conceptos que siempre se nombran son los impuestos directos: IVA, tasa de basuras, IBI, plusvalía municipal… sin embargo, existen otros impuestos ocultos que encarecen el precio de la vivienda.
El impuesto de plusvalía municipal
Uno de los impuestos que más está dando que hablar en los últimos meses es el de plusvalía municipal. Algunas sentencias en las últimas semanas han respaldado la idea de que no puede exigirse al vendedor de un inmueble el pago de un impuesto que grava un incremento del valor que, en realidad no se ha producido. En caso contrario sería un modo de elevar aún más el precio de la vivienda de manera indirecta.
Los costes que finalmente paga el comprador
Cuando una persona compra una vivienda, uno de los impuestos primordiales que tiene que pagar es del IVA, que es del 10% del precio final de la vivienda. Sin embargo, el comprador no sólo está pagando la cantidad correspondiente a ese porcentaje en materia de impuestos, sino que del total que paga por su vivienda, prácticamente un 25% de esa cantidad corresponde al pago de impuestos.
El promotor también paga impuestos por los costes del suelo y de la construcción, y estos los repercute de manera directa en el precio de la vivienda. Una solución para que mayor cantidad de población pueda acceder a una vivienda es reducir los gastos de fiscalidad, y eso sólo se consigue mediante un compromiso entre las tres Administraciones públicas de reducción de esa fiscalidad.